La destrucción y la severa crisis humanitaria que se viven en Gaza por la respuesta militar de Israel a los ataques Hamás en su territorio del 7 de octubre de 2023 están provocando notables cambios en el tablero diplomático.
En las últimas semanas, al menos cinco países han anunciado planes concretos para reconocer la existencia del Estado palestino durante el próximo periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, en septiembre.
Francia, Canadá, Australia, Malta y Reino Unido han mostrado su disposición a sumarse a la lista de 147 países (de los 193 miembros de la ONU) en otorgar ese reconocimiento, mientras que los gobiernos de Finlandia, Portugal y Nueva Zelanda han dado señales favorables sobre esta posibilidad.
Entre estos países destaca especialmente la decisión de Francia y Reino Unido pues se trata de dos de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y, por tanto, gozan de derecho a veto en las decisiones que toma ese cuerpo.
Si Francia y Reino Unido dan el paso al frente en esta materia, Estados Unidos quedará como el único miembro permanente del Consejo de Seguridad en no reconocer al Estado palestino.
Los otros dos miembros permanentes, China y Rusia (entonces como parte de la Unión Soviética) otorgaron ese reconocimiento en noviembre de 1988, apenas días después de que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) proclamó en Argelia la independencia del Estado palestino.
Francia ha dicho que dará su reconocimiento de forma incondicional. Reino Unido, en cambio, ha señalado que procederá con la medida si Israel no acaba con la “terrible situación” en Gaza y no logra un acuerdo de cese el fuego con el grupo islamista palestino Hamás.
Además, el gobierno laborista británico exige que el gobierno de Benjamin Netanyahu “deje claro que no habrá anexión en Cisjordania y se comprometa a un proceso de paz a largo plazo que ofrezca una solución de dos Estados”.
Londres también estableció unas condiciones para Hamás: debe liberar a todos los rehenes, firmar un alto el fuego con Israel y comprometerse a desarmarse y a no desempeñar ningún papel en el gobierno de Gaza.
Estas condiciones son similares a lo que se pide de Hamás en una declaración suscrita en Nueva York a finales de julio por los 22 estados miembros de la Liga Árabe, la Unión Europea y otros 17 países, a favor de una solución de dos estados.
En respuesta, la milicia palestina -considerada como organización terrorista por EE.UU., la Unión Europea y otros países- anunció que no se desarmará hasta que exista un Estado palestino soberano.
El fin de la guerra y la solución de dos estados
Desde el inicio de la guerra en Gaza, tras el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, nueve países han reconocido formalmente al Estado palestino: España, Irlanda, Noruega, Eslovenia, Bahamas, Jamaica, Barbados, Armenia y Trinidad y Tobago.
“La necesidad urgente hoy es que la guerra en Gaza finalice y que la población civil sea rescatada. La paz es posible. Necesitamos un cese el fuego inmediato, la liberación de todos los rehenes y una enorme asistencia humanitaria para el pueblo de Gaza”, escribió el presidente de Francia, Emmanuel Macron, al momento de anunciar su decisión de sumarse a este grupo en un mensaje en X.
El mandatario afirmó que la medida respondía al compromiso histórico de Francia con una paz justa y duradera en Medio Oriente.
“Debemos también garantizar la desmilitarización de Hamás y afianzar la seguridad y reconstrucción de Gaza”, añadió. “Debemos construir el Estado de Palestina, asegurar su viabilidad, y garantizar que al aceptar la desmilitarización y el completo reconocimiento de Israel, contribuirá a la seguridad de todo Medio Oriente. No hay alternativa”.
El gobierno del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha rechazado estos anuncios para “reconocer un Estado palestino al lado de Tel Aviv después de la masacre del 7 de octubre”.
El mandatario israelí afirma que estas medidas “recompensan el terror” e implican el riesgo de crear “otro agente de Irán” en Medio Oriente.
“Un Estado palestino en estas condiciones sería una plataforma de lanzamiento para la aniquilación de Israel, no para vivir en paz a su lado. Seamos claros: los palestinos no buscan un estado al lado de Israel; buscan un estado en lugar de Israel”, afirmó Netanyahu al responder al anuncio de Macron.
Israel asegura que estas medidas son “una recompensa para Hamás” y perjudican los esfuerzos tanto para lograr un alto el fuego en Gaza como para conseguir la liberación de los rehenes secuestrados en Gaza.
Pero ¿qué implican en la práctica estos reconocimientos?
Del reconocimiento a la soberanía efectiva

El reconocimiento por parte de otros países es uno de los cuatro factores importantes pero no el más determinante para la existencia de un Estado.
En la teoría de las relaciones internacionales se considera que los tres elementos constitutivos clave para un Estado son territorio, población y soberanía.
Hay lugares que cuentan con estos tres elementos y que funcionan con normalidad pese a que apenas gozan del reconocimiento de unos pocos gobiernos alrededor del mundo. Es el caso, por ejemplo, de Taiwán, que es considerado por China como una provincia rebelde y que no cuenta con una membresía plena en la ONU.
En contraparte, hay Estados fallidos que pese a ser reconocidos por la ONU y sus miembros no tienen pleno control de su territorio y de sus fronteras, ni son capaces de garantizar el bienestar de sus ciudadanos.
El creciente reconocimiento que está obteniendo el Estado palestino implica que cada vez más gobiernos reconocen a la Autoridad Palestina como un par, por lo que pueden mantener relaciones diplomáticas normales, abrir embajadas, entre otros factores.
Esos reconocimientos, sin embargo, no serán suficientes para que los palestinos tengan una representación plena ante la ONU -donde en la actualidad cuenta con estatus de estado observador no miembro-, pues el ingreso de nuevos miembros a esa organización requiere, entre otras cosas, de una recomendación del Consejo de Seguridad y para ello hace falta el voto favorable o, al menos, la abstención de Estados Unidos.
En abril de 2024, ese país vetó una resolución que contaba con 12 votos a favor y dos abstenciones para admitir al Estado palestino como miembro.
El ingreso a la ONU le daría a los palestinos acceso a los mismos derechos y deberes que tienen el resto de países miembros, pero no sería suficiente para solucionar la situación sobre el terreno para convertirse en un Estado funcional.

Para ello, más allá de poner fin a la guerra en Gaza, probablemente haría falta resolver el conflicto de décadas que mantienen los palestinos con Israel, país que controla las fronteras de los territorios palestinos y que muchas organizaciones internacionales consideran como una potencia ocupante.
Durante décadas, la posibilidad de paz entre Israel y los palestinos ha sido buscada fundamentalmente a través de la llamada solución de dos Estados, pero los esfuerzos que se han hecho para llegar a un acuerdo duradero han tropezado con varias asuntos complejos.
Entre estos se incluye el futuro de los asentamientos que Israel ha construido en Cisjordania y en Jerusalén oriental -territorios que capturó durante la Guerra de los seis días (1967)- y en los que se calcula que viven unas 700.000 personas.
También está el estatus de Jerusalén. Los palestinos quieren tener la capital de su Estado en la parte oriental de Jerusalén pero Israel estableció su capital en esa ciudad -aunque no es reconocida como tal por la mayor parte de la comunidad internacional- y sostiene que Jerusalén no puede ser dividida.
Parte de la negativa de Israel a aceptar la división de esa ciudad radica en que muchos de los lugares más importantes para el judaísmo se encuentran en Jerusalén oriental y al hecho de que durante los casi 20 años de que ciudad estuvo dividida después de la Guerra de 1948, a los israelíes no se les permitía orar en el Muro de los Lamentos, que estaba bajo control de Jordania.
Otro tema difícil de resolver es la exigencia por parte de los palestinos del derecho al retorno a esas tierras de los palestinos que huyeron o fueron expulsados durante las guerras con Israel.
Se estima que unos 700.000 palestinos terminaron como refugiados tras la primera guerra árabe israelí, pero en la actualidad se calcula que la cifra total de refugiados palestinos asciende a unos 6 millones (incluyendo a los refugiados originales, a sus descendientes, así como a desplazados durante guerras posteriores).
Dado que el liderazgo palestino exige que estos refugiados puedan vivir no solamente en el territorio que correspondería a un posible Estado palestino, sino también dentro del territorio que internacionalmente se considera como parte de Israel, el gobierno de ese país rechaza esta posibilidad.
Finalmente, también sería fundamental poner término a las pugnas internas entre las propias fuerzas palestinas.
Luego de que Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) suscribieron los Acuerdos de paz de Oslo, Hamás -que se oponía a los mismos- lanzó una campaña de atentados suicidas contra Israel para intentar descarrillar el proceso puesto en marcha por el líder histórico palestino Yasser Arafat junto al entonces primer ministro israelí Isaac Rabin.

Esos ataques, unidos al asesinato en 1995 de Rabin a manos de un extremista israelí que también se oponía a Oslo, perjudicaron las perspectivas de lograr la paz.
Posteriormente, en 2007, dos años después de que Israel se retiró unilateralmente de Gaza, Hamás le arrebató el control sobre la Franja a la Autoridad Palestina en una serie de enfrentamientos armados que dejaron 188 muertos.
Desde entonces, los territorios palestinos han estado controlados por dos grupos distintos, lo que ha constituido un obstáculo no solamente para el propio autogobierno de los palestinos, sino también para cualquier iniciativa de paz pues dificulta a los palestinos hablar con una sola voz ante el mundo.